Prólogo: A partir del debate que se inicio en clase acerca del actual sistema económico capitalista en Europa y en concreto en España, relacionado con el consumismo, vi una conexión directa con uno de los capítulos del libro Elogio de la ociosidad de Bertrand Russell, el cual comentaba muchas cosas de las que nosotros debatíamos. Tal vez esto no tenga mucha relación con el valor intrínseco del deporte y la recreación, pero sí que se le puede incluir en cuanto a que es un sector empresarial, y por tanto parte del sistema económico.
Vivimos en una sociedad en la que prima el consumismo, eso es evidente, así lo demuestra el sistema capitalista en el que vivimos, en el cual no se produce lo que demanda la sociedad, sino que se produce más de lo que se necesita, y trata de incentivarse el consumismo. Mediante la publicidad tratan de crearnos la necesidad de consumir, aunque en realidad, no lo vayamos a requerir.
Este contexto actual, que ya lo iba presagiando Bertrand Russell en el año 1935 (hace ya muchos años), cuando escribió su libro
Elogio de la ociosidad, una obra en la cual relata varios ensayos, entre ellos
El Midas moderno un ensayo perteneciente exclusivamente a este tema financiero y economista.
Russell hace una crítica al sistema financiero de la época, que no dista mucho de la actual. Defiende una política de regulación y organización de la producción, contrario a la ortodoxia empresarial, con el fin de conseguir una estabilidad y seguridad económica.
Pero el ansia y la ambición de poder y dinero de los empresarios no tienen límites. La filosofía de los mismos es totalmente contraria a la que Russell propone. Intentar vender cada vez más y más, y como la publicidad hace rentable la producción, fomentar crecientemente el consumismo.
Aunque la gota colmó el vaso. En 2008 llegó la crisis económica, causada por los abusos en los precios de las materias primas, la sobrevaloración del producto, una elevada inflación de los mismos y la consecuente recesión en todo el mundo.
Ahora nos encontramos en una situación delicada en la que se toman medidas rápidas y mal hechas y en las que, desgraciadamente y en última instancia, nosotros somos los que sufrimos las consecuencias, y no los causantes del problema.
El aumento del desempleo, congelación de las pensiones, frenar las jubilaciones, reducir la inversión pública, menores ayudas al desarrollo, más ahorro municipal y autonómico… son algunas de las medidas que se han tomado recientemente aquí en España y que, como he dicho, no son medidas que influyan a los empresarios.
Hace 75 años (ni más ni menos), cuando Bertrand Russell escribió Elogio de la ociosidad ya iba presagiando esta situación, iba intuyendo que el camino que estaba tomando el mundo de las finanzas y de la industria no era el correcto, y como Russell, muchas otras personas propusieron medidas para poder rectificar y tomar el buen camino. Sin embargo, y como en muchos otros temas (la enseñanza, el medio ambiente, la cultura), se ha ido dejando de lado y esperando, hasta que finalmente la burbuja explotó.
Sin embargo, las soluciones que se adoptan, los recortes, siguen sin solucionar el origen del problema, son únicamente medidas-basura.
Russell afirma que uno de los problemas básicos es que, en el tema de las finanzas, nadie sabe, excepto aquellos que se dedican a obtener dinero del actual sistema, y que no pueden tomar puntos de vista imparciales. Sería necesario, para resolver esta situación, que la democracia del mundo tomara conciencia de la importancia de las finanzas y buscaran la manera de simplificar sus principios para que fueran ampliamente comprendidos por la sociedad. Uno de los impedimentos para el éxito de la democracia es la complejidad del mundo moderno, que hace cada vez más difícil para el hombre y la mujer ordinarios, formarse una opinión inteligente sobre cuestiones políticas, y aun decidir quién es la persona cuyo juicio experto merece el mayor respeto. El remedio de este mal está en mejorar la educación y en dar con modos de explicar la estructura de la sociedad más fáciles de entender que los empleados actualmente. Todo creyente en la democracia efectiva debe estar a favor de esta reforma y aplicarla.
Valdría la pena que reflexionásemos sobre ello y nos preguntásemos ¿vamos a adoptar soluciones decisivas que cambien la perspectiva financiera o simplemente nos quedaremos con estas medidas superficiales? ¿Adoptaremos una nueva visión económica que cambie el panorama mundial o continuaremos con la misma dinámica productiva?